Para quien me enseño a saborear la intensidad de la vida y a jugármela sin paracaídas...
El apareció, en un momento en que su vida se tambaleaba pendiente de un hilo, llegó y como un huracán, arrasó con todo signo de tristeza y dolor, devolviéndole el color a su sonrisa, creando paisajes nuevos cada día.
Con la intensidad del fuego, vivieron su amor furtivo, en tan poco tiempo llegaron a sentir tanto...
Creyeron que el amor era eso y no lo que antes habían vivido, se sentían dos piezas de un puzzle que sin buscarse, se habían encontrado para encajar a la perfección.
Creyeron que podrían desafiar a la vida, se entregaron sus corazones haciendo demasiados planes, sin llevar puesto el paracaídas...
Fue su amor, ESE amor que todo lo puede, el que te deja vacío cuando no sientes a la otra persona, el que te lleva constantemente a jugarte la vida a pelo, ese amor que llega cuando menos lo necesitas, desbaratando todos tus planes y desbordándose(te) por todos lados. Fue ese amor, el que les unió con tanta fuerza que, Cupido de la envidia lo rompió, dejándolos inertes y sin ganas de volver a sentir...
Los años pasaron, pero la distancia no hizo el olvido, y los dos corazones aún en pedazos y por separado, se buscan, y cuando por momentos creen haberse encontrado, huyen por miedo a ese dolor tan intenso que todo lo puede, hasta la vida, DOLOR que el resto conocemos como AMOR
...Ekaitz...
me encanta(s)
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